¿Hemos invitado
alguna vez al Señor Jesucristo a entrar en nuestra vida? La mejor
manera de responder a esta pregunta es preguntarnos que sería de mi vida sin
Jesús.
Al considerar
la respuesta, deberíamos estar preparados para señalar con precisión el momento
en nuestra vida cuando Jesús estaba fuera y lo invitamos a entrar. Si nunca
existió un tal momento, o no estamos muy seguros, debemos de inmediato inclinar
nuestras cabezas e invitarle a entrar en nuestra vida. Si nos allegamos a él
con toda sinceridad, contamos con la promesa de Dios de que Jesucristo vendrá y
morará en nuestra vida. Y en el caso de no saber cómo orar, sugerimos la
siguiente oración:
Querido Dios,
admito que soy un pecador y necesito a Jesucristo en mi vida para que sea mi
Salvador y Señor. En este mismo día te entrego a ti el control de mi vida.
¡Amén!
La promesas de Dios para acabar con la depresión
Si con toda
sinceridad elevamos esa oración, contamos con la promesa de Dios de que “todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13). Permitamos
que esa promesa se haga realidad en nuestras mentes, porque es la mejor noticia
que jamás hayamos oído. Hoy hemos “nacido de nuevo” (Juan 3:3-5). También
nacemos y nos incorporamos a la familia de Dios (Juan 1:12) y tenemos
garantizada la vida eterna.
Resultados de una vida controlada por Cristo
¡La vida puesta
bajo el control de Cristo, le asegura al cristiano un dinámico poder espiritual
que se traduce en ganancias que superan todo lo imaginable! El hombre con Dios,
debemos grabarlo a fuego en nuestra mente, examinando al mismo tiempo las obras
claves que son las arras de nuestra herencia cuando aceptamos a Cristo. La
Biblia nos enseña que Jesucristo hizo muchas cosas por nosotros, pero esas seis
son particularmente significativas:
1. Perdón: Todos nuestros
pecados han sido perdonados por la misericordia de Dios, por medio de su Hijo,
Jesucristo. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
2. Paz. Desde el
momento en que nuestros pecados ya están perdonados, gozamos de la paz de una
limpia conciencia delante de Dios. “Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
3. Poder. Un nuevo poder
comenzará gradualmente a controlar nuestra vida si caminamos bajo el control
del Espíritu de Cristo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2
Corintios. 5:17).
4. Gozo. La felicidad
es una experiencia transitoria que depende de circunstancias externas. El gozo
es una experiencia que es contingente o que depende de nuestra relación con
Dios. En la medida que permitamos a Cristo que controle nuestra vida, habremos
de experimentar períodos cada vez más prolongados de gozo que a menudo no están
en relación con la adversidad de las circunstancias (Efesios 5:19).
5. Propósito. Desde el
momento en que recibimos a Jesucristo, adquirimos un nuevo propósito en nuestra
vida. Antes de entregarnos a Cristo, nuestro propósito era el de satisfacer
nuestros deseos. Desde ahora en adelante es el de servir a Cristo. Ya lo dijo
el apóstol. Pablo en Hechos 9:6: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Esa
actitud mental y esa oración fueron la fórmula de su feliz y exitosa vida
cristiana. Cristo dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33.) A medida que lo
busquemos habremos de comprobar que él nos provee de las fuerzas adecuadas para
satisfacer cada necesidad.
6. Confianza. Y cuando
alimentemos nuestra nueva naturaleza espiritual con la lectura y el estudio de
la Biblia, la seguridad y la confianza se afirmarán en nuestra vida como nunca
antes. ¡Somos ahora hijos de Dios! (1 Juan 5:10-15.)
Si con toda
sinceridad elevamos la oración que indicamos anteriormente, adquirimos la
jerarquía de hijos de Dios. Y como tales gozamos de la capacidad de vivir una
vida libre de depresiones. Ello no nos garantiza que ocurrirá así, pero tenemos
en nuestras manos la fuente externa de poder que nos capacita para hacerlo. El
principal propósito de este articulo es el de saber cómo utilizar este poder que
puede vencer la depresión.
Vamos a
establecer sus verdaderas y principales causas. Y la razón para obrar así es
por demás simple. En tanto las personas no tengan acceso a los recursos
espirituales, son incapaces de habérselas con estos agentes primarios de la
depresión. Ahora sí podemos internarnos no solamente en el campo de una prolija
consideración de las causas desencadenantes, sino también en la terapia que
Dios nos prescribe.