¡El Dios todopoderoso ha hecho grandes cosas
conmigo. Su nombre es Santo!
Te digo que tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó
de alegría la criatura que llevo en el vientre. ¡Dichosa tú que has creído,
porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá! Entonces dijo María:
—Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi
Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me
llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes
cosas por mí. ¡Santo es su nombre! De generación en generación se extiende su
misericordia a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; desbarató las
intrigas de los soberbios.
De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías. Acudió en ayuda de su siervo Israel
y, cumpliendo su promesa a nuestros padres, mostró su misericordia a Abraham y a su descendencia para siempre.
De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías. Acudió en ayuda de su siervo Israel
y, cumpliendo su promesa a nuestros padres, mostró su misericordia a Abraham y a su descendencia para siempre.
Que gran impacto
causó la visita de María a su prima Elisabet, ella estaba encinta de Juan el
Bautista cuando la madre de nuestro salvador llegó a verla, dice la Palabra que
el bebe saltó en su vientre apenas la vio. Imagino que la fe de aquella noble
mujer era tan notoria que mereció este saludo tan memorable: “Te digo que tan pronto como llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura que llevo en el
vientre. ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se
cumplirá!”
La respuesta de
María a su prima ha traspasado mi corazón de alegría porque una vez más me
enseña lo que Jesús ha hecho por mi y quiero compartirlo con ustedes mis amados
hermanos, para que al celebrar la navidad,
seamos plenamente conscientes que el pequeño Jesús que todos representan como
un bebe, dejó de serlo y es ahora el Salvador de toda la humanidad.
Nuestro Salvador
vino para:
- Hacer grandes cosas por nosotros.
- Extender su misericordia a los que le temen.
- Hacer proezas con su brazo.
- Desbaratar las intrigas de los soberbios.
- Derrocar a los poderosos.
- Exaltar a los humildes.
- Colmar de bienes a los hambrientos.
- Acudir en ayuda de sus siervos.
- Cumplir todas las promesas hechas en su Palabra.
- ¡Mostrar misericordia a sus hijos y a sus descendientes
para siempre!
Este hermoso
cántico de María llena hoy mi corazón, es navidad y puedo recordar con gratitud que mi Señor ha hecho
grandes cosas por mi, son incontables sus indulgencias para esta imperfecta
sierva suya, mi Redentor llena de alegría y esperanza mi vida al renovarme su
promesa que señala con autoridad divina, que su brazo sigue extendido para
abrazarme con misericordia y compasión, esta promesa es para todos los que le
temen. Él nunca ha dejado de amarme, por eso quiero adorarle con todas mis
fuerzas. Nuestro Redentor se hizo hombre para morir por nosotros, vivir a
nuestro lado, y desbaratar las intrigas y maquinaciones de todos aquellos que
buscan hacernos mal. Nuestro Salvador vive para interceder por nosotros,
derrotar a todo poder maligno que nos acecha, revelarse pronto cuando
necesitamos su ayuda, satisfacer nuestras necesidades hasta hacernos
sobreabundar.
Es imposible que
ante tantas promesas de amor y compasión, pueda dar lugar a la tristeza o al
rencor en alguna parte de mi corazón. ¿Por qué andar triste?, ¿En qué cabeza
cabe vivir con los recuerdos amargos o las penas causadas por la deslealtad?
Hoy me uno al cántico dulce de María, y declaro con alegría: Mi Redentor ha
nacido, él ha cumplido todas, absolutamente todas sus promesas para conmigo, él
me ha mostrado su misericordia e infinito amor, no estoy sola, nunca lo estaré,
su gracia me basta para ser feliz.
Mis amados,
celebremos esta Navidad con
corazones llenos de gratitud, que nadie se sienta solo, sola, que las cosas materiales
no compitan con el verdadero sentido de la venida de nuestro Redentor. Mi
oración y mejor deseo para ti es que tu corazón se llene de una alegría sin
igual, tu Libertador, Abogado, Amigo, Protector y Defensor está a tu lado y
esto es motivo ¡para alabar y celebrar!.
Feliz Navidad querida Iglesia del Señor
Jesucristo.