domingo, 25 de enero de 2009

Solo Por Hoy


Solo por hoy

1. Sólo por hoy seré feliz, por eso haré verdad lo que alguien dijo: "La mayoría de la gente es tan feliz como desea serlo". La felicidad es algo de adentro de uno, no de afuera.



2. Sólo por hoy trataré de ver la vida por lo que es y no por lo que yo quisiera que fuera. Aceptaré mi familia, lo que hago y mi presente como es, y procuraré armonizar con ello.



3. Sólo por hoy cuidaré de mí, ejercitaré mi cuerpo, lo atenderé y alimentaré. No abusaré de él, ni lo abandonaré.



4. Sólo por hoy trataré de ser más amplio de espíritu, aprenderé algo útil, no seré un holgazán mental. Haré que se me permita usar mi esfuerzo, concentración, meditación.



5. Sólo por hoy ejercitaré mi alma de tres modos: haré algún bien sin que lo descubran y haré dos cosas que no me agrade hacer.



6. Sólo por hoy seré agradable, tendré el mejor aspecto que pueda. Me mostraré cortés, seré generoso, no encontraré defectos en nada y no intentaré dirigir ni modificar la vida del prójimo.



7. Sólo por hoy trataré de vivir el día de hoy, sin querer solucionar todos los problemas de la vida.



8. Sólo por hoy tendré un plan. Anotaré por escrito todo lo que pienso hacer. Aunque después no lo pueda cumplir del todo, igual lo haré. Eliminaré dos vicios, la prisa y la indecisión, pero sólo por hoy.



9. Sólo por hoy me daré media hora de tranquilidad, para poder pensar en Dios, para descubrir cuál es el objetivo de mi vida.



10. Sólo por hoy no tendré miedo y especialmente no tendré miedo a ser feliz, a disfrutar de la vida, de amar y de creer que los que amo me aman. Sólo por hoy.



¡Dios les bendiga!

Amén
Por mi hno el Evg. El Caballero de la Cruz

¿Papito... Cuánto me amas?


..........¿Papito... Cuánto me amas?

El día que mi Hija nació, en verdad no sentí gran alegría. Por que la
decepción que sentía parecía, ser más grande que el gran acontecimiento
que representa tener una hija.

¡Yo quería un varón!

A los dos días de haber nacido, fui a buscar a mis dos mujeres,

Una lucía pálida y agotada y la otra radiante y dormilona.

En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisita de mi Carmencita y por
la infinita inocencia de su mirada fija y penetrante, fue entonces
cuando empecé a amarla con locura. Su carita, su sonrisita y su mirada
no se apartaban ni por un instante de mis pensamientos, todo se lo
quería comprar, la miraba en cada niño o niña, hacía planes sobre
planes, todo sería para mi Carmencita.

Este relato era contado a menudo por Randolf, el padre de

Carmencita y Yo también sentía gran afecto por la niña que era la razón
más grande para vivir de Randolf según decía el mismo.

Una tarde estaba mi familia y la de Randolf, haciendo un picnic a la
orilla de un río cerca de casa y la niña entabló una conversación con su
papá, todos escuchábamos: Papi,... cuándo cumpla quince años ¿Cuál Será
mi regalo?

-Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que falta
mucho para esa fecha?

Bueno papito,... tú siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo
nunca lo he visto por aquí. La conversación se extendía y todos
participamos de ella. Al caer el sol regresamos a nuestras casas.

Una mañana me encontré con Randolf enfrente del colegio donde estudiaba
Carmencita quien ya tenía catorce años. Randolf se veía muy contento y
la sonrisa no se apartaba de su rostro. Con gran orgullo me mostraba las
calificaciones de Carmencita, eran notas impresionantes, ninguna bajaba
de diez puntos y los estímulos que les habían escrito sus profesores
eran realmente conmovedores, felicite al dichoso papá.

Carmencita ocupaba toda la alegría de la casa, en la mente y en el
corazón de la familia, especialmente en el de su papá.

Fue un Domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a misa, cuando
Carmencita tropezó con algo, eso creíamos todos y dio un traspié, su
papá la agarró de inmediato para que no cayera...Ya instalados en la
iglesia, vimos como Carmencita fue cayendo lentamente sobre el banco y
casi perdió el conocimiento.

La tomamos en brazos, mientras su papá buscaba un taxi hacia el
hospital.

Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su
hija padecía una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón,
pero no era algo definitivo, qué debía practicarle otras pruebas para
llegar a un diagnóstico firme.

Los días iban pasando, Randolf renunció a su trabajo para dedicarse al
cuidado de Carmencita, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella
trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él.

Una mañana Randolf se encontraba al lado de su hija, cuando ella le
preguntó:

-¿Voy a morir, no es cierto? ¿Te lo dijeron los doctores?

-- No mi amor...no vas a morir, Dios que es tan grande, no permitiría
que pierda lo que más he amado sobre este mundo, respondió el padre.

-¿Van a algún lugar?

¿Pueden ver desde lo alto a su familia?

¿Sabes si pueden volver? preguntaba su Hija.

- Bueno hija,... en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo
sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría sola, estando en el mas
allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia
utilizaría el viento para venir a verte.

-¿Al viento? ¿Y cómo lo harías?

-No tengo la menor idea hijita, solo sé que si algún día muero, sentirás
que estoy contigo, cuando un suave viento roce tu cara y una brisa
fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día por la tarde, llamaron a Randolf, el asunto era grave, su
hija estaba muriendo. Necesitaban un corazón, pues el de ella no
resistiría sino unos quince o veinte días más. ¡UN CORAZÓN!

¿Dónde hallar un corazón?

¡Un corazón!

-¿Dónde Dios mío?

Ese mismo mes, Carmencita cumpliría sus quince años. Y fue el viernes
por la tarde cuando consiguieron un donante, una esperanza iluminó los
ojos de todos, las cosas iban a cambiar.

El domingo por la tarde ya Carmencita estaba operada, todo salió como
los médicos lo habían planeado. ¡Éxito total! Sin embargo, Randolf
todavía no había vuelto por el hospital y Carmencita lo extrañaba
muchísimo, su mamá le decía que ya todo estaba muy bien y que su papito
sería el que trabajaría para sostener la familia.

Carmencita permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no
habían querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte
y

Así lo hicieron.

Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los
ojos llenos de lágrimas le entregó una carta de su padre:

"Carmencita, hijita de mi corazón: Al momento de leer mi carta, ya
debes

Tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la

Promesa que me hicieron los médicos que te operaron. No puedes

Imaginarte ni remotamente cuanto lamento no estar a tu lado en este
instante.

Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que
me

Hiciste cuando tenias diez añitos y a la cual no respondí. Decidí
hacerte el

Regalo más hermoso que nadie jamás haría por mi hija... Te regalo mi
vida

Entera sin condición alguna, para que hagas con ella lo que quieras.

¡¡Vive hija!!

¡¡Te amo con todo mi corazón!! "

Carmencita lloró todo el día y toda la noche; Al día siguiente fue al

Cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá; lloró como nadie lo ha

Hecho y susurró:

?Papi,... ahora puedo comprender cuanto me amabas yo también

Te amaba y aunque nunca te lo dije, ahora comprendo la importancia de
decir

"Te Amo" y te pediría perdón por haber guardado silencio tantas veces?.

En ese instante las copas de los árboles se mecieron suavemente,
cayeron

Algunas hojas y florcillas, y una suave brisa rozó las mejillas de

Carmencita, alzó la mirada al cielo, intentó secar las lagrimas de su

Rostro, se levantó y emprendió regreso a su hogar.

Si este mensaje tocó tu corazón, envíalo a tus mejores amigos como señal
de

Tu amistad, en estos momentos aunque yo estoy llorando, decidí
compartir

Esto contigo y decirte: Por favor nunca dejes de decir "TE AMO"

No sabes si será esa la última vez...

CADA DIA A CADA INSTANTE EXPRESA TU AMOR

Hay Promesa para tu vida

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¨Enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con toda sabiduría...¨Colosenses 3:16 ORACION DE HABACUC CAP. 3 17. Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18. Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

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