viernes, 31 de agosto de 2012

La gran interrogante en la vida de depresión



¿Hemos invitado alguna vez al Señor Jesucristo a entrar en nuestra vida? La mejor manera de responder a esta pregunta es preguntarnos que sería de mi vida sin Jesús.

Al considerar la respuesta, deberíamos estar preparados para señalar con precisión el momento en nuestra vida cuando Jesús estaba fuera y lo invitamos a entrar. Si nunca existió un tal momento, o no estamos muy seguros, debemos de inmediato inclinar nuestras cabezas e invitarle a entrar en nuestra vida. Si nos allegamos a él con toda sinceridad, contamos con la promesa de Dios de que Jesucristo vendrá y morará en nuestra vida. Y en el caso de no saber cómo orar, sugerimos la siguiente oración:

Querido Dios, admito que soy un pecador y necesito a Jesucristo en mi vida para que sea mi Salvador y Señor. En este mismo día te entrego a ti el control de mi vida. ¡Amén!

La promesas de Dios para acabar con la depresión

Si con toda sinceridad elevamos esa oración, contamos con la promesa de Dios de que “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13). Permitamos que esa promesa se haga realidad en nuestras mentes, porque es la mejor noticia que jamás hayamos oído. Hoy hemos “nacido de nuevo” (Juan 3:3-5). También nacemos y nos incorporamos a la familia de Dios (Juan 1:12) y tenemos garantizada la vida eterna.

Resultados de una vida controlada por Cristo

¡La vida puesta bajo el control de Cristo, le asegura al cristiano un dinámico poder espiritual que se traduce en ganancias que superan todo lo imaginable! El hombre con Dios, debemos grabarlo a fuego en nuestra mente, examinando al mismo tiempo las obras claves que son las arras de nuestra herencia cuando aceptamos a Cristo. La Biblia nos enseña que Jesucristo hizo muchas cosas por nosotros, pero esas seis son particularmente significativas:

1. Perdón: Todos nuestros pecados han sido perdonados por la misericordia de Dios, por medio de su Hijo, Jesucristo. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

2. Paz. Desde el momento en que nuestros pecados ya están perdonados, gozamos de la paz de una limpia conciencia delante de Dios. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).

3. Poder. Un nuevo poder comenzará gradualmente a controlar nuestra vida si caminamos bajo el control del Espíritu de Cristo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios. 5:17).

4. Gozo. La felicidad es una experiencia transitoria que depende de circunstancias externas. El gozo es una experiencia que es contingente o que depende de nuestra relación con Dios. En la medida que permitamos a Cristo que controle nuestra vida, habremos de experimentar períodos cada vez más prolongados de gozo que a menudo no están en relación con la adversidad de las circunstancias (Efesios 5:19).

5. Propósito. Desde el momento en que recibimos a Jesucristo, adquirimos un nuevo propósito en nuestra vida. Antes de entregarnos a Cristo, nuestro propósito era el de satisfacer nuestros deseos. Desde ahora en adelante es el de servir a Cristo. Ya lo dijo el apóstol. Pablo en Hechos 9:6: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Esa actitud mental y esa oración fueron la fórmula de su feliz y exitosa vida cristiana. Cristo dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33.) A medida que lo busquemos habremos de comprobar que él nos provee de las fuerzas adecuadas para satisfacer cada necesidad.

6. Confianza. Y cuando alimentemos nuestra nueva naturaleza espiritual con la lectura y el estudio de la Biblia, la seguridad y la confianza se afirmarán en nuestra vida como nunca antes. ¡Somos ahora hijos de Dios! (1 Juan 5:10-15.)

Si con toda sinceridad elevamos la oración que indicamos anteriormente, adquirimos la jerarquía de hijos de Dios. Y como tales gozamos de la capacidad de vivir una vida libre de depresiones. Ello no nos garantiza que ocurrirá así, pero tenemos en nuestras manos la fuente externa de poder que nos capacita para hacerlo. El principal propósito de este articulo es el de saber cómo utilizar este poder que puede vencer la depresión.

Vamos a establecer sus verdaderas y principales causas. Y la razón para obrar así es por demás simple. En tanto las personas no tengan acceso a los recursos espirituales, son incapaces de habérselas con estos agentes primarios de la depresión. Ahora sí podemos internarnos no solamente en el campo de una prolija consideración de las causas desencadenantes, sino también en la terapia que Dios nos prescribe.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Amor de Dios

Génesis 33:14 Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir.





  Éxodo 17:14-15 (Reina-Valera 1960) Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. 15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi;[a] Notas al pie: a.Éxodo 17:15 Esto es, Jehová es mi estandarte.




Ezequiel 48:35 (Reina-Valera 1960) En derredor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama.[a] Notas al pie: a.Ezequiel 48:35 Esto es, Jehová allí.




Éxodo 15:26 (Reina-Valera 1960) y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.




Jueces 6:24 (Reina-Valera 1960) Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom;[a] el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas. Notas al pie: a.Jueces 6:24 Esto es, Jehová es paz. Jeremías 26:3 (Reina-Valera 1960) Quizá oigan, y se vuelvan cada uno de su mal camino, y me arrepentiré yo del mal que pienso hacerles por la maldad de sus obras.

sábado, 18 de agosto de 2012

¿Por qué la necesidad de congregarse?


¿Por qué la necesidad de congregarse? “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:25). Cuando el anciano Jacob, se juntó con su amado José, allá en Egipto, por el año 1689 a. C. este hombre de Dios ya estaba en sus últimos días, acostado en su lecho; se sentó en la cama con mucho esfuerzo, llamó a sus hijos y profetizó anuncio de Dios para todos ellos.




 De todas las palabras del longevo Israel nos llama la atención la profecía para Judá: “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos.” (Gn. 49:10). Al analizar el contexto de este verso podemos concluir que la extraña palabra “Siloh” se refiere al Mesías, es decir, a Cristo Jesús.




 Las palabras proféticas del moribundo anciano revelan las intenciones del corazón del Creador: que ante Jesucristo se congreguen (reúnan) todos los moradores de la tierra. ¿Qué propósitos tendrá el Señor de que los hombres se congreguen? Por qué el escritor de la carta a los Hebreos aconseja “no dejando de congregarnos”. Esperamos que esta lección sea de provecho a nuestra vida espiritual y arroje luz sobre este tema.




El Tabernáculo de reunión Antes del peregrinaje del pueblo de Israel por el desierto, en su salida de Egipto, Dios había tratado sólo con dos hombres de todo el pueblo: Moisés y Aarón; en el capítulo 36 del libro de Éxodo, desde del verso 8 se nos describe la construcción del tabernáculo que Jehová había mandado hacer, al cual Dios llama “Tabernáculo de reunión” (Ex. 27:21); el cual estaba en un recinto de 50 metros de largo por 27 metros de ancho, los límites de este recinto estaban recubiertos de cortinas de lino.



 El tabernáculo, que estaba en el extremo oeste del recinto, era una estructura de madera de 15 por 5 metros dividido en dos partes por un pesado velo: el lugar santo y el lugar santísimo (Ex. 26:15-25); estaba construido de tal manera que podía ser trasladado y reinstalado en cualquier lugar conforme avanzaban por las regiones desérticas. Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillo las harás, las cuales te servirán para convocar la congregación, y para hacer mover los campamentos.



 Y cuando las tocaren, toda la congregación se reunirá ante ti a la puerta del tabernáculo de reunión.” (Nm. 10:2,3); el tabernáculo de reunión era el lugar que Dios había escogido para “manifestarse” al pueblo de Israel; por eso Dios mandaba que los hijos de Jacob se congregaran y se acercaran a aquel lugar que con tantos detalles mandó construir.



 Para el pueblo, el tabernáculo representaba la morada de Dios entre su pueblo (Ex. 25:8), el lugar donde Dios le hablaba a todo el pueblo. ¿Para qué se congregaban? Ya siendo Moisés muy anciano (no podía más salir ni entrar) éste habla a Josué, en presencia de todo Israel, le informa que sería el joven sucesor que entregaría la tierra por herencia a los hijos de Jacob; que Jehová estaría con él, mas Josué debía hacer algo: “Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley; y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.” (Dt. 31:12, 13).


Es cierto que el patriarca Moisés le está hablando al novicio discípulo de congregar al pueblo, en este caso, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos; pero la enseñanza que queremos señalar aquí aplica en un sentido general y perenne. En los pasajes presentados en el párrafo anterior podemos notar el propósito de congregar al pueblo; mas antes quisiéramos tomarnos un tiempo señalando quiénes eran los que debían congregarse: Los varones, las mujeres y los niños del pueblo, además, los extranjeros que vivieran entre el pueblo; y en el futuro debían congregarse los hijos de ellos que no supieron, es decir, que todos los que estaban y los que vendrían debían congregarse. ¿No podía Dios tratar con cada uno en forma individual?



¡Sí, pero Él mandó que se congregaran! ¿Para qué congregarse? Para que oigan, era costumbre en los tiempos bíblicos que el pueblo se reúna en algún lugar, en este caso el tabernáculo, para escuchar lo que Dios quería decirle a través de algún sacerdote o profeta, o simplemente para que se leyera el libro de la ley cuando éste estuvo ya en el pueblo. Además, Dios puso maestros en la iglesia (1 Co. 12:28), para que estos enseñaran al pueblo congregado, para que los hermanos oigan las enseñanzas. Y aprendan, Los jóvenes tenían que instruirse de los ancianos, los alumnos de los maestros, los hijos de los padres; debían aprender lo que Dios había hecho por su pueblo, las maravillas y la grandeza de aquel que creó los cielos y la tierra.



  Y teman a Jehová, he aquí el principio de la sabiduría, todo el pueblo debía tener conciencia del poder de Jehová; todos deben comprender que no hay otro camino de salvación. Y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley, esta encomienda es la que más tiempo le ocuparía al pueblo, por eso tenía que congregarse con frecuencia, debía tener mucho cuidado en obedecer la Palabra de Dios. Para ver su poder y su gloria: “Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.” (1R. 18:19). La historia es muy conocida, el profeta Elías desafía a 850 profetas de dioses falsos (cuatrocientos cincuenta de Baal más cuatrocientos de Asera), los versos siguientes parecen sugerir que los cuatrocientos profetas de Asera lograron evadir el combate. Lo cierto es que el dios Baal quedó ridiculizado, y sus profetas también y todo Israel pudo ver el poder y la gloria de Jehová de los ejércitos. En Éxodo 40:34- vemos como “. . . una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba.



 Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba. Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas”. Para publicar el Nombre de Dios: “Para que publique en Sión el nombre de Jehová, y su alabanza en Jerusalén, cuando los pueblos y los reinos se congreguen en uno para servir a Jehová.” (Sal. 102:21, 22); como podemos ver es importante congregarnos para publicar (anunciar) al pueblo el Nombre de Jehová (su Palabra); notemos que se nos dice que se congreguen para servir a Jehová, el texto sugiere que le podemos servir mejor si tenemos la costumbre de unirnos (congregarnos) para servirle.




Para servir a Dios: “Cuando los pueblos y los reinos se congreguen en uno para servir a Jehová.” (Salmos 102:22); el salmista habla de lo futuro, pero es notorio que se le sirve mejor a Dios cuando los creyentes se reúnen para organizar el servicio, así como lo hacían los levitas para ministrar en el tabernáculo y el templo que construyó Salomón. Para clamar a Dios: “Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová.” (Joel 1:14); el profeta habla Palabra de Dios a los ancianos de Israel y a los moradores de la tierra (v. 1), en tiempos difíciles para todas las naciones de los días del profeta (léase los versos 1 al 13).



 Había hambre en todas las regiones, los labradores estaban confundidos, la vid estaba seca, y pereció la higuera; había gran escasez y el pueblo sufría penurias. ¿Cuál es la respuesta, a esta situación, que da el profeta Joel: “Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová.” Es necesario que comprendamos, pues, la necesidad de congregarnos (reunirnos); pareciera que el Señor desea que nos congreguemos, Jesús dijo: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 18:19); otra vez os digo, pareciera que el Maestro está recalcando una enseñanza que había dado anteriormente la cual quiere que quede bien clara en sus discípulos. Pareciera que el clamor de muchos conmoviera más el corazón de Dios.



 Y luego el Maestro concluye: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18:20) el Señor desea que nos unamos (congreguemos) para que todos juntos clamemos a Él. Para pedir fortaleza espiritual: “Y puestos en libertad, vinieron a los suyos… Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” (Hechos 4:23-31).



 Todos nosotros conocemos la diferencia entre adoración en nuestros hogares y la adoración cuando estamos congregados, aunque en algunas ocasiones el Señor se ha manifestado en forma especial cuando adoramos solos en nuestros hogares; es bien sabido que si no fuéramos al templo a adorar junto a los santos de Dios, dejaríamos, tarde o temprano, nuestra adoración en el hogar. Es allí, en el templo, donde aparecen los tizones que aunque afligidos, dolidos y quebrados por el dolor, levantan su voz en clamor a Jehová… y de lo alto desciende fuego que enciende el altar; es cuando alguna chispa de aquel fuego nos toca y enciende nuestro tizón que antes estaba apagado.



¡Dios nos manda congregarnos para que nos ministremos los unos a los otros! La Iglesia Uno de los significados de la palabra Iglesia (Ek klesia) es congregación; viéndolo desde este concepto, nosotros individualmente no somos iglesia; sí somos templo del Dios viviente (2 Corintios 6:16); es decir, que somos lugar donde habita el Dios viviente; pero para que seamos iglesia es necesario, entre otras cosas, que nos congreguemos cuando las circunstancias lo permitan; si no nos congregamos entonces no somos iglesia; y recordemos que Cristo no viene a buscar a una persona individual, mas bien vendrá por su iglesia, un pueblo que se congrega para alabar y glorificar su nombre.


Si algún ser humano, por circunstancias ajenas a su voluntad (enfermedad, guerra, etc.) usted no puede reunirse con los santos para alabar a su Dios, es probable que tengamos una excusa; pero si no tenemos una excusa valida delante del Dios vivo, entonces si no nos congregamos no somos su iglesia. Pido al Señor que se nos permita comprender lo que estamos diciendo en este párrafo. Si no hay reunión o congregación para tratar y andar en los asuntos del Señor no estamos obedeciendo los que dice el Espíritu de Dios en Hebreos 10:25: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Y recordemos que no son los oidores sino los hacedores de la Palabra los que serán salvos.



  La Iglesia es el Tabernáculo En el Antiguo Testamento el pueblo se reunía en el Tabernáculo para escuchar la voz de Dios, para ver su poder y su gloria; luego en los días del rey Salomón es sustituido por el templo de Jerusalén (véase el capitulo 6 de 1ra. de Reyes); pero hoy en día no tenemos el templo de Jerusalén para reunirnos, luego esas edificaciones donde van todos los hermanos para alabar se constituye en casa de Dios, puerta del cielo (Génesis 28:17); más aun el apóstol Pablo nos dice: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Co. 3:16). Es decir, que en el Nuevo Testamento aquel tabernáculo de reunión pasa a ser la congregación de los santos, es decir, la Iglesia de Cristo. Razones que nos exigen congregarnos Podríamos mencionar muchas razones bíblicas de por qué es necesario que nos congreguemos; pero queremos indicar que la razón más poderosa es que Dios lo manda en su Palabra Santa, no importa lo que el ser humano considere sobre este asunto, lo cierto es que Dios demanda que nos reunamos como creyentes: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis” (Hebreos 10:25); es muy fácil comprender lo que el Señor desea, según este texto: ¡que nos congreguemos!


Pero ¿por qué quiere Dios que nos congreguemos? Si observamos el contexto de este pasaje bíblico, especialmente el verso 24 tomado de la versión Popular: “Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien.” (He. 10:24 Versión Popular), y es después de estas palabras que nos manda a no dejar de congregarnos, es muy importante señalar el texto leído: “Ayudarnos unos a otros”; necesitamos la ayuda de los santos de Dios para poder llegar a la meta final; de otro modo nos seria casi imposible llegar firmes al día grande y temible del Señor. Es importante observar que la traducción del verso 25, en la versión Popular nos dice: “No dejemos de asistir a nuestras reuniones (cultos), como hacen algunos, sino démonos ánimo unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca.” Debemos comprender que usted y yo necesitamos la ayuda espiritual, moral, emocional y material de los hermanos en Cristo; muchas veces hemos estados desanimados y esos hombres y mujeres de Dios nos han traído palabra de vida que ha reconfortado nuestra alma; cuántas veces hemos andado en falta delante de nuestro Señor, y algún hermano nos ha hecho la corrección necesaria.



Cuando los tizones se separan poco a poco se van apagando, mas cuando se juntan uno a uno se calentaran, esto es también cierto con respecto a los creyentes, y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca. Conclusión Podemos ver las ventajas que obtiene el cristiano cuando se congrega con regularidad, las mismas que se pierde aquel que entiende que no es necesario congregarse en un lugar (llamado templo) para glorificar el nombre de Dios y ser ministrado a través de la adoración y de la Palabra predicada. Invitamos a los hermanos a rechazar esos argumentos del mismo Satanás de que no es necesario ir a la iglesia a todos los cultos para ser salvos; la verdad es muy diferente: “… en los negocios de mi Padre me es necesario estar”; el día en que no andemos en los negocios de nuestro Dios con regularidad, seremos presa fácil del enemigo de las almas, que “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”.

Hay Promesa para tu vida

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¨Enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con toda sabiduría...¨Colosenses 3:16 ORACION DE HABACUC CAP. 3 17. Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18. Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

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