domingo, 15 de enero de 2012

Que es la Iglesia ?.......1 Timoteo 3:15.


Que es la Iglesia ?




La casa de Dios… es la iglesia del Dios viviente,columna y baluarte de la verdad.
1 Timoteo 3:15.

La iglesia… es su cuerpo,la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.Efesios 1:23.





¿Qué es la Iglesia?

A propósito de la Iglesia, las opiniones son muy variadas. Pero, ¿se puede hablar de «la Iglesia» cuando hay tantas comunidades que se dan el nombre de iglesia, además de dárselo a un edificio? ¿Qué dice la Biblia al respecto? Para ella la Iglesia es una. Es el conjunto de todos los que han creído en Jesucristo. El Espíritu Santo los ha sellado, es decir, los ha marcado para constatar que pertenecen a Dios, y los ha unido en Cristo. La Escritura emplea tres imágenes para hablar de la Iglesia tal como Dios la ve. Cada una subraya su unidad fundamental.

La casa de Dios: la Iglesia es por supuesto un edificio espiritual, cuyo constructor es Cristo. Cada piedra representa a un creyente. Dios habita en ella mediante su Espíritu y allí recibe reconocimiento y alabanza en armonioso orden.

El cuerpo de Cristo: es un organismo espiritual compuesto por una multitud de miembros. Cada creyente es un miembro unido por el Espíritu Santo a la cabeza, que es Cristo glorificado en el cielo. Todos los miembros dependen unos de otros para la vida colectiva, el alimento espiritual, el servicio al Señor, las alegrías y las penas. Cada uno debe permanecer sujeto a la cabeza, la cual coordina el conjunto.

La esposa de Cristo: éste es el lado afectivo. Cristo dio su vida por la Iglesia, la ama, la alimenta y la purifica hasta el momento en que se la presente completa y perfecta. En respuesta, la Iglesia ama a Cristo y se sujeta a Él.

“¿Por qué es importante asistir a la iglesia?”...Hebreos 10:25


“¿Por qué es importante asistir a la iglesia?”

Respuesta: La Biblia nos dice que necesitamos asistir a la iglesia para que podamos alabar a Dios con otros creyentes y ser instruidos en Su Palabra para nuestro crecimiento espiritual (Hechos 2:42: Hebreos 10:25). La iglesia es el lugar donde los creyentes pueden amarse unos a otros (1 Juan 4:12), exhortarse unos a otros (Hebreos 3:13), servirse unos a otros (Gálatas 5:13); instruirse unos a otros (Romanos 15:14), honrarse unos a otros (Romanos 12:10), ser bondadosos y misericordiosos unos con otros (Efesios 4:32).

Cuando una persona confía en Jesucristo para salvación, es hecha un miembro del Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27). Para que el cuerpo de la iglesia funcione apropiadamente, todas las “partes del cuerpo” necesitan estar presentes (1 Corintios 12:14-20). Igualmente ningún creyente alcanzará jamás la plena madurez espiritual sin asistir a la iglesia y ser animado y exhortado por otros creyentes (1 Corintios 12:21-26). Por estas razones, la asistencia a la iglesia, la participación y el compañerismo deben ser actividades regulares en la vida de todo creyente. No es obligatoria la asistencia semanal de los creyentes a la iglesia, pero alguien que ha confiado en Cristo debería tener el deseo de adorar a Dios, ser instruido en Su Palabra, y tener compañerismo con otros creyentes.

“¿Qué significa andar en el Espíritu?”...Colosenses 1:27


“¿Qué significa andar en el Espíritu?”

Respuesta: Los creyentes tienen el Espíritu de Cristo, la esperanza de gloria dentro de ellos (Colosenses 1:27) Aquellos que andan en el Espíritu lo mostrarán cotidianamente, en constante santidad. Esto se deriva del haber elegido concientemente por la fe, confiar en el Espíritu Santo para ser guiados en pensamiento, palabra, y acciones (Romanos 6:11-14). La negligencia de depender de la guía del Espíritu Santo, resultará en un creyente que no viva a la altura del llamado y a la posición que provee la salvación (Juan 3:3; Efesios 4:1; Filipenses 1:27). Podemos saber que estamos andando en el Espíritu si nuestras vidas muestran el fruto del espíritu, el cual es, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Ser lleno (andando), con el Espíritu es lo mismo que permitir que la palabra de Cristo (la Biblia), more en abundancia en nosotros (Colosenses 3:16).

El resultado es agradecimiento, alabanzas y gozo (Efesios 5:18-20; Colosenses 3:16). Los hijos de Dios serán guiados por el Espíritu de Dios (Romanos 8:14). Cuando los cristianos eligen no andar en el Espíritu, y por lo tanto pecan contristándolo; se ha provisto su restauración a través de la confesión de sus pecados (Efesios 4:30; 1 Juan 1:9). “Andar en el Espíritu” es seguir la guía del Espíritu. Es en esencia “caminar con” el Espíritu, permitiéndole que guíe tus pasos y transforme tu mente. Para resumir, así como hemos recibido a Cristo por fe, por la fe Él nos pide que andemos en Él, hasta que seamos llevados al cielo y escuchemos del Maestro, “¡Bien hecho!” (Colosenses 2:5; Mateo 25:23)

¿Se supone que un creyente es capaz de sentir la presencia del Espíritu Santo?..Juan 14:16-17.


¿Se supone que un creyente es capaz de sentir la presencia del Espíritu Santo?

Pregunta Cristiana: “¿Se supone que un creyente es capaz de sentir la presencia del Espíritu Santo?”

Respuesta: Mientras que ciertos ministerios del Espíritu Santo pueden incluir una “sensación,” tales como la convicción de pecado, consuelo y poder – la Escritura no nos enseña a basar nuestra relación con el Espíritu Santo en lo que sintamos. Cada creyente nacido de nuevo tiene al Espíritu Santo morando en él. Jesús nos dijo que cuando el Consolador viniera, Él estaría con nosotros y en nosotros. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:16-17). En otras palabras, Jesús está enviando a Uno como Él Mismo para estar con nosotros y en nosotros.

Sabemos que el Espíritu Santo está con nosotros porque la Palabra de Dios nos lo dice. Cada creyente nacido de nuevo es habitado por el Espíritu Santo, pero no cada creyente es “controlado” por el Espíritu Santo, y hay una marcada diferencia. Cuando andamos según nuestra carne, no estamos bajo el control del Espíritu Santo, aún cuando sigamos siendo Su morada. El apóstol Pablo nos habla sobre esta verdad, y él usa una ilustración que nos ayuda a entenderlo. “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.” (Efesios 5:18). Mucha gente lee este verso y lo interpreta creyendo que el apóstol Pablo está hablando contra el vino. Sin embargo, el contexto de este pasaje es sobre el caminar y el luchar del creyente que está lleno del Espíritu. Por lo tanto, hay algo más aquí que solo una advertencia acerca de tomar mucho vino.

Cuando la gente está embriagada con mucho vino, exhibe ciertas características; se tambalea, su hablar se entorpece, y su juicio se daña. El apóstol Pablo establece aquí una comparación. Así como hay ciertas características que nos permiten percibir que alguien está controlado por la embriagues del vino, también deben haber ciertas características que nos permitan ver que alguien está siendo controlado por el Espíritu Santo. Cuando leemos Gálatas 5:22-24 acerca del “fruto” del Espíritu. Este es Su fruto, y es mostrado por los creyentes nacidos de nuevo que caminan bajo el control del Espíritu.

El tiempo del verbo en Efesios 5:18 indica un proceso continuo de estar siendo llenado por el Espíritu Santo. Puesto que es una exhortación el “sed llenos”, se deduce que también es posible no estar “llenos” o controlados por el Espíritu. El resto del capítulo de Efesios 5 nos dice las características de un creyente lleno del Espíritu. “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:19-21)

Por lo tanto, el creyente nacido de nuevo, no debe ser controlado por ninguna otra cosa que no sea el Espíritu Santo. No somos llenos del Espíritu porque “sintamos” que lo estamos, sino porque este es el privilegio y posición que tenemos en Cristo. El ser llenos o controlados por el Espíritu, es el resultado de caminar en obediencia con el Señor. Este es un don de gracia y no un sentir emocional. Las emociones pueden y son engañosas, y podemos fabricarnos un frenesí emocional que provenga puramente de nuestra carne y no del Espíritu Santo. “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. – Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” (Gálatas 5:16, 25).

Habiendo dicho esto, no podemos descartar que hay veces que podemos encontrarnos abrumados por la presencia y el poder del Espíritu, y esto es con frecuencia una experiencia emocional. Cuando eso sucede, es un gozo como ningún otro. El rey David “bailaba de gozo” (2 Samuel 6:14) cuando ellos trajeron el Arca del Pacto a Jerusalén. Experimentar el gozo por el Espíritu es el entendimiento de que como hijos de Dios estamos siendo bendecidos por Su gracia. Así que, definitivamente, los ministerios del Espíritu Santo pueden involucrar nuestros sentimientos y emociones. Al mismo tiempo, mientras que el trabajo del Espíritu Santo puede incluir una “sensación,” no debemos basar nuestra seguridad de tener el Espíritu Santo, en la manera en que lo sintamos.

“¿Cómo puedo ser lleno del Espíritu Santo?”...Juan 14:16


“¿Cómo puedo ser lleno del Espíritu Santo?”

Respuesta: Un verso clave que trata sobre la llenura del Espíritu Santo en nuestra era es Juan 14:16, donde Jesús promete que el Espíritu morará dentro de los creyentes y que Su residencia es permanente. Es importante distinguir entre la morada y la llenura del Espíritu. La morada permanente del Espíritu no selectiva para solo algunos pocos creyentes, sino para todos ellos. Hay un buen número de referencias a este respecto en las Escrituras que apoyan esta conclusión. Primero; es que El Espíritu Santo es un regalo para todos los creyentes en Jesucristo sin excepción, y no existen condiciones para tenerlo, excepto la fe en Jesucristo (Juan 7:37-39). Segundo; el Espíritu Santo es otorgado en la salvación. Efesios 1:13 indica que el Espíritu Santo es dado en el momento de la salvación. Gálatas 3:2 también enfatiza esta misma verdad, diciendo que el sello y la residencia del Espíritu en el creyente, tuvo lugar al momento de creer. Tercero; el Espíritu Santo mora en los creyentes permanentemente. Es Espíritu Santo es dado a los creyentes como un “enganche” del pago, o “garantía” de su futura glorificación en Cristo (2 Corintios 1:22; Efesios 4:30).

Esto es en contraste con la orden de la llenura del Espíritu que encontramos en Efesios 5:18. Debemos estar tan totalmente entregados al Espíritu Santo, que Él pueda poseernos por completo, y en ese sentido, ser llenos. Romanos 8:9 y Efesios 1:13-14 afirman que Él mora dentro de cada creyente, pero también que Él puede ser contristado (Efesios 4:30) y Su actividad dentro de nosotros puede ser apagada (1 Tesalonicenses 5:19). Cuando permitimos que esto suceda, no experimentamos la llenura del Espíritu Santo trabajando y fortaleciendo en y a través de nosotros. El ser lleno con el Espíritu, implica darle a Él la libertad para ocupar cada parte de nuestra vida, guiándonos y controlándonos. Entonces Su poder puede ser ejercido a través de nosotros, para que lo que hagamos sea un fruto para Dios. La llenura del Espíritu no se aplica solamente a hechos externos; también se aplica a los pensamientos más íntimos y los motivos de nuestros actos. El Salmo 19:14 dice, “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, oh, Jehová, roca mía, y redentor mío.”

El pecado es lo que nos separa de la llenura del Espíritu Santo, y la obediencia a Dios es lo que mantiene Su llenura. Aunque nuestra meta debe ser el ser llenos como se nos ordena en Efesios 5:18, no es el orar por ello lo que nos llena del Espíritu Santo, es solo nuestra obediencia a los mandatos de Dios lo que permite la libertad del Espíritu para trabajar dentro de nosotros. Debido a nuestra naturaleza pecaminosa, es imposible para nosotros permanecer llenos del Espíritu todo el tiempo. Por esto, debemos tratar inmediatamente con el pecado que surja en nuestras vidas, y renovar nuestro compromiso de ser llenos y guiados por el Espíritu Santo.

La Santidad: El carácter santo.......Mateo 9:11-13


La Santidad: El carácter santo

Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Porqué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. Mateo 9:11-13

Existe la idea errónea de que los cristianos debemos ser perfectos. Para hacer creer a los demás que tenemos una vida perfecta, hay quienes ponen una cara feliz y utilizan palabras que suenan aceptables. Sin embargo, la salvación por medio del Señor Jesús no cambia el hecho de que el pecado esta presente en nuestra vida. Cuando nacemos de nuevo, Dios nos perdona; pero nuestra batalla con el pecado continuara hasta que lleguemos al cielo.

En realidad, empeñarse en conseguir la perfección puede ser una trampa que impedirá que vivamos en santidad. Funcionar de esa manera es una forma de confiar en nuestras capacidades. Jesús dijo que El vino a sanar a los que reconocían su propia debilidad. Al tener conciencia de nuestra incompetencia, comprendemos nuestra necesidad de El.

El mundo ve a las personas exitosas como poderosas y autosuficientes, pero al Señor Jesús no le interesaban esas características. En vez de eso, El quiere que la persona este consciente de su humillación. Este es el principio básico del carácter santo.

Debemos reconocer nuestra condición y buscar a Dios con pasión. Para que así, pueda aumentar nuestra hambre de la Palabra de Dios, nuestro servicio fiel, nuestra fe, y la sabiduría para tomar decisiones basadas en los preceptos bíblicos y no en preferencias personales.

Cuidese de no esconder sus pecados para parecer un “buen cristiano”. Sin el reconocimiento y la confesión de nuestra pecaminosidad, no podemos confiar plenamente en Dios. Es solo con esta conciencia que podemos buscarle, obedecerle, y confesar arrepentidos nuestras faltas.

LA BIBLIA Y EL NO AFANARSE.....Mateo 6:31


LA BIBLIA Y EL NO AFANARSE

No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? . Mateo 6:31

Dios está totalmente contra el afán; Jesús enseñó que no debemos afanarnos; el apóstol Pablo también predicó contra el afán. En toda la Biblia se enseña contra el afán porque este ha sido concebido por Satanás para producir tensión, agotamiento y muerte.

Sin embargo, muchos de nosotros lo tomamos como si fuera una alternativa o como si fuéramos libres para afanarnos cuando queramos. Pero no es así, porque afanarse es pecado. Es una de las cosas que la Palabra de Dios nos dice que no hagamos.

¿Qué se supone que debe hacer cuando está afanado por sus cargas? En 1 Pedro 5:7, Dios dice que debemos echarlas todas sobre Él. No el 75 por ciento, sino todas. Cada mañana su confesión debe ser: “No tengo afanes en este mundo porque los he echado todos sobre mi Señor”.

Permítame citar un ejemplo. Digamos que usted está a 10 metros de mí y yo le tiro las llaves de mi automóvil. Si luego alguien viniera y me dijera: “Hermano Copeland, podría prestarme su automóvil”. Yo le diría: “No puedo hacerlo; le tiré las llaves a él; ya no las tengo”.

Eso es lo que necesita hacer con sus afanes. Necesita tirárselos al Señor y olvidarse de ellos. Si Satanás pone algún afán en su mente, diciendo: “¿Y si algo terrible pudiera suceder?” Usted podrá decirle que hable con Dios al respecto, porque el asunto está en las manos de Él, no en las suyas.

Una vez que haga eso, empezarán a ocurrir cambios en su vida. Los problemas que lo han estado irritando por años empezarán a solucionarse. Ya no estará atando las manos de Dios con sus afanes. El poder del Señor empezará a operar porque usted ha echado por la fe sus afanes sobre Él.

Recuerde que Dios no le quitará sus afanes; usted tiene que dárselos. Luego, reemplácelos con la Palabra de Dios. Usted es quien debe dominar sus pensamientos; y podrá hacerlo porque el que es Mayor que todos mora en usted; Él le sacará adelante. Entréguele a Él todo y nunca más tendrá que afanarse.

Escritura Devocional para leer:
Mateo 6:31
Texto Bíblico Devocional:
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

La viña.......Lucas 20:9-19


La viña



En la Biblia aparecen, al menos, dos clases de parábolas acerca de la viña. Un ejemplo de la primera está en Isaías 5 (y Juan 15), y uno de la otra, en los evangelios. Ambos tipos de parábolas, consideradas independientemente, arrojan preciosa luz acerca de la obra de Dios.

Pero también pueden leerse juntas, y entonces tenemos una luz mayor, porque podemos cómo se complementan: vemos la obra de Dios en nosotros, y también a través de nosotros. En una, el labrador es Dios; en la otra, los labradores somos nosotros.

La parábola de Isaías nos muestra que Dios es el labrador e Israel es su viña. Sea que se trate del antiguo Israel o del nuevo, su obra es esencialmente la misma. Su trabajo consiste en cercar, despedregar, plantar, edificar una torre, construir un lagar, podar, cavar y regar. Juan 15 nos agrega que también consiste en quitar los pámpanos inútiles.

Qué precioso es ver a Dios invirtiendo su tiempo y recursos en nosotros. Tal como hace cualquier viñador, su obra es paciente y constante. Todo revela el profundo cuidado de Dios por su pueblo.

Primero está el cercar la viña, porque Dios pone límites entre lo que es suyo y lo que no es. Lo segundo, despedregar. La parábola del sembrador nos muestra que una tierra con piedras no es capaz de dar crecimiento a la planta. Luego está el plantar, labor fundamental, en que nosotros somos introducidos en el plantío de Dios por la Palabra de verdad. Luego, él edifica una torre, para vigilar, y prevenir el ataque artero del enemigo.

En seguida, el lagar es una construcción importantísima en la viña de Dios. Allí serán llevadas las uvas maduras para que completen el ciclo de su vida. El destino final de la uva no es un racimo hermoso en la mesa del banquete, sino un vaso de vino para alegrar el corazón. El lagar es el lugar de la trituración y la muerte. En términos del Nuevo Testamento, es la cruz, con sus dolores y agonías.

Pero antes está la poda, que quita aquello que estorba para que los pámpanos lleven más fruto, mucho fruto. De tiempo en tiempo, Dios mete mano en cada una de sus vides para quitar lo que molesta. Y entonces la vid llora, y guarda silencio por varios meses. El labrador respeta los ciclos de la vida, y el invierno es uno de ellos.

Luego, el labrador cava alrededor de la planta para que la tierra no se endurezca, y pueda entregar toda su fuerza. A veces la planta entera se remueve cuando el azadón del labrador rompe la tierra alrededor, pero no es el fin para ella, es sólo la necesaria sacudida para que la planta se revitalice. Y en seguida viene el riego. ¡Qué grato es para la planta! La sed desparece, llega el nuevo vigor del agua de la vida. La Palabra de Dios viene a saciar el corazón y a consolar el alma. ¡Cuánta salvación hay en la Palabra de Dios!

Finalmente está la acción más difícil de todas: echar fuera los pámpanos inútiles y quemarlos (Jn. 15:6). El fuego aquí ¿es el infierno de muerte y condenación? Seguramente no; pero sí es el fuego de la vergüenza y el castigo. Esta es, en conjunto, la preciosa (y también dolorosa) obra de Dios en sus hijos.





Nosotros como viña del Señor somos el lugar donde él trabaja en nosotros, paciente y amorosamente. Su obra es eficaz y fructífera, porque él sabe cómo tratar a cada una de sus vides para que lleven mucho fruto. Sin embargo él también nos hace a nosotros labradores de su viña, y entonces no es él quien trabaja (al menos no directamente), sino que somos nosotros quienes trabajamos.

Para que los cristianos sean labradores eficaces, ellos primero han de ser 'trabajados' por el Señor. Nadie puede trabajar para Dios, si primero no ha trabajado Dios en él. Y entonces, luego que él ha invertido en sus hijos suficiente tiempo y recursos, él los pone en su viña a trabajar.

La parábola de la viña (en Lucas 20:9-19) nos muestra claramente esto. El Señor tuvo, antes que nosotros, una clase de labradores que le resultaron inútiles y malvados. Ellos no sólo no sólo no rindieron cuenta del trabajo a su Amo, sino que maltrataron a los siervos que el Amo enviaba, y finalmente mataron a su Hijo.

Así que el Señor entregó su viña a otros labradores. Y estos segundos labradores somos nosotros. Dios espera que éstos sean mejores que los anteriores, que no cometan sus errores. Sin embargo, a juzgar por los frutos que hemos estado dando, parece que el Señor va a tener un nuevo motivo de tristeza en su viña.

El primer error que podríamos cometer es pensar que la viña es nuestra, y no del Señor. Entonces de nuevo estaríamos apropiándonos de los frutos, y haciendo negocio con ellos, en vez de ofrecerlos a Dios. Podríamos también pensar que nosotros somos siervos excepcionales, y envanecernos, en circunstancias que el Señor dijo que éramos siervos inútiles (Lc.17:10). El orgullo 'espiritual', es una enfermedad terrible que infecta a los hijos de Dios.

El Señor requiere también que nosotros seamos diligentes, que seamos fructíferos, porque de tiempo en tiempo él pasa revista, y entonces él espera recibir el fruto de nuestro trabajo. El Señor dijo que era necesario trabajar mientras el día dure, porque viene la noche cuando nadie puede obrar.

En Proverbios 24:30-34 hay un ejemplo de un labrador perezoso: la cerca estaba destruida, las malezas lo habían inundado todo. La viña estaba en ruinas. Cantar de los Cantares nos muestra el peligro de las zorras pequeñas que echan a perder las vides. Cuando la cerca se ha roto, el enemigo se introduce, y aunque su accionar parezca inocuo, hace estragos.

La parábola de Mateo 20:1-7 nos enseña que sólo los que laboran en la viña del Señor están ocupados, los demás nos cuentan para Dios, pierden irremediablemente su tiempo.

En 1ª Corintios 3 se nos dice que hay frutos de diversas calidades, y que esa calidad depende de si hemos servido en la carne o en el espíritu.

Si hemos sido tratados por Dios podremos percibir la diferencia, y saber de antemano qué nos esperará en el día del tribunal de Cristo, día cierto e ineludible (2ª Corintios 5:10). Estas son algunas lecciones de la viña.

Hay Promesa para tu vida

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¨Enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con toda sabiduría...¨Colosenses 3:16 ORACION DE HABACUC CAP. 3 17. Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18. Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

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