
En la biblia, la perseverancia está ejemplificada con la actitud del atleta, quien se entrena constantemente y se prepara para la carrera final; enfoca su meta y no se distrae por las circunstancias, por la multitud o por los gritos apoyo o de desaprobación. Simplemente, corre.
Cuando un hombre o una mujer saben cuál es su propósito, no se detiene en la vida a reclamar posición o reconocimiento, simplemente hace, avanza y llega a la cima. Quienes se quedan peleando por la posición y el reconocimiento o luchando con sus contendores por celos, se pierden de llegar a la meta y del premio que les espera. No hay cosa más gratificante que el deber cumplido, no importa si te aplaudieron, si te llamaron o te saludaron, lo hiciste y lo hiciste bien.
Tal vez tu círculo de amigos no te apoyaron, pero lo hiciste y eso es suficiente, pues Dios sabe premiar a quienes actúan con perseverancia en hacer lo que es bueno para sí y para los demás. ¿Tienes tus ojos puestos en la meta?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.