martes, 13 de enero de 2009

Humildes para adorar


Humildes para adorar"Dios resiste a los soberbios y dasu gracia a los humildes"Santiago 4:6La humildad es una actitud imprescindible en cualquier relación del hombre con Dios. Cuando ésta falta, no es posible una buena relación.


Si esta norma es necesaria para cualquier nivel de trato personal, lo será más cuando se trata de la adoración, donde la aproximación del hombre a Dios llega a su límite. Decir algo de la humildad es decir también algo de la soberbia, que es lo contrario a la humildad.


Si decimos que la soberbia está en el principio del pecado y de todo pecado, también podremos decir que la humildad está en la base de nuestra defensa contra él. Es difícil encontrar una expresión de soberbia como ésta atribuida a Lucifer, "el precipitado a los más hondo del pozo" Isaias 14:15"Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré en el monte de la reunión...


Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo" Isaias 14:13-14. Y es difícil encontrar una muestra de humildad mayor que la de Cristo, a quien "Dios exaltó y otorgó el nombre sobre todo nombre" Filipenses 2:7, porque "siendo de condición divina... se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz" Filipenses 2:7-8.


Entre ambos extremos nos movemos los hombres, con nuestra humildad o nuestra soberbia, de tal modo que estamos más cerca de Dios y somos más capaces de adorarle a medida que crece nuestra humildad y mengua nuestra soberbia. El salmista decía al Señor desde su experiencia: "un corazón contrito y humillado tú no lo desprecias" Salmos 51:19.


Y el Espíritu inspiró estas palabras: "La soberbia precede a la ruina; el espíritu altivo a la caída Proverbios 16:18; y al contrario: "Humillaos ante el Señor y Él os ensalzará" Santiago 4:10. La humildad es el resultado de conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos, porque entonces descubrimos el abismo que existe entre Dios y el hombre, entre el Creador y la criatura, entre el Santo y los pecadores.


En este sentido la humildad es consecuencia de la verdad acerca de Dios y de nosotros mismos, del contraste de nuestra pequeñez de criaturas con la inmensidad de Dios, de la inmundicia de nuestro pecado frente a la santidad de Dios, etc. Por eso, cuando alcanzamos este conocimiento por la fuerza de la Palabra y del Espíritu, que vienen en ayuda de nuestro esfuerzo, no tenemos más remedio que ser humildes.


La humildad no excluye el reconocimiento ni la gratitud por lo que hemos recibido, sino que los valora en su verdad: "Si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo" Galatas 6:3. Necesitamos darnos cuenta de qué es lo nuestro y qué es lo que hemos recibido; el humilde reconoce que ha recibido de Dios todo lo que tiene 1 Corintios 4:7, que es siervo inútil Lucas 17:10, y que nada es por sí mismo Galatas 6:3, sino pecador.


• "Consideraos pequeños a mis pies; la humildad es algo que toca mi corazón. No os sobrevaloréis; si algo sois, lo sois en mí. La humildad os sirve de protección. Buscad la humildad y no rechacéis nunca la humillación".


• Visión durante la adoración: El Señor nos va recubriendo con una capa de color débil. Es una tela de muy poca consistencia, fea y nada atractiva a los ojos del mundo. Palabra: "Es la capa de la humildad. Si no os la quitáis y permanecéis con ella dispuestos a ser humillados, los enemigos no podrán con vosotros.


Esta capa de humildad os proporciona una fortaleza insospechada. Por eso insisto tantas veces en la necesidad de que seáis humildes y de que permanezcáis en la humildad". • "No se engría vuestro corazón. ¿Qué tenéis que no hayáis recibido? Permaneced siempre mirando hacia abajo en humildad. Nada sois; es mi amor el que se ha fijado en vosotros".

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¨Enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con toda sabiduría...¨Colosenses 3:16 ORACION DE HABACUC CAP. 3 17. Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18. Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

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